Por fin me paro
y miro de reojo
lo que ha passado por mi vidalo que se ha arrastrado por mis ojos,
la suerte de mi destino.
Y entonces finjo no darme cuenta
de las lágrimas que se me escapan,
tapo con la mano el orgullo
y reconozco la luz.
En esta vida solo hay un camino
y no hay dolor que pare una lucha,
yo sigo a mi destino,
saliendo del pesar que esta vida me acusa.
Que mal arrastra al ser humano,
que ahoga la vida a un silencio,
que oculta el sueño tras de una herida,
que se hace preso de su mismo dueño.
A veces miro el cielo,
y limpio las lagrimas que me crecen
doy un suspiro al viento,
y sigo con mi partida de treces.
Francisco Gago Nieto
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